Hipólito, en vano he esperado varias noches, gimiendo de desesperación, rasgando mi piel con el filo de la lujuria y la soledad, de sentirme sin ti, deshabitada y con la inmensa soledad de querer tenerte y no poder lograrlo.
Hipólito, ¿dónde diantres estas?
Este corazón te llama, esta carne te requiere y mi mente no hace otra cosa que hilvanar recuerdos con el olor de cada pensamiento, para poder mantener la imagen que de ti guardamos mis sentimientos y yo.
Aparece por Dios................................