lunes, 31 de diciembre de 2007

Las mentiras que te recuerdan


Estimada Fedra
Los caminos a esta tierras estan plagados de peligros. La gente esta sedienta de justicia. Hay pólvora en el ambiente, todo es muy confuso. Pero en los aposentos de mi biblioteca todo es más tranquilo aunque mucho más tormentoso. Cada historia que leo, me llena má del corazón de traumas y dolores.
Uno de los infames me puso la otra noche una daga en el cuello y ha intentando asesinarme, le he dicho que tenga piedad, pero sus ojos estaban resueltos a darme el pan para la otra vida.

En el tiempo del miedo le he dicho que se apiade de mis hijos pequeños, y el hombre ha dudado. Le he dicho que tal vez él me conoce, que soy el marido de Fedra de Minos, que tenemos dos hijos, que el imperio me ha premiado y que después de mucho años de esclavitud vuelvo a casa a ver a mis hijos.

El hombre ha creído la mentira. Su ánimo ha cambiado y me ha dejado vivo. Quien sabe par qué el destino me quiere vivo todavía.

Despues de eso, he decidido encerrarme en esta vida de libros a vivir las batallas que ocurren en el papel y no estar en los miedos de la calle.
Por un instante pensé que era un asesino enviado por ti. Pero no, de ti solo se puede esperar felicidad, y aunque a mi no me has dado nada, todos lo dicen y ese es tu legado.

viernes, 21 de diciembre de 2007

He tenido una visión


Estimada Fedra,
He tenido una visión contigo en pleno éxtasis.
Si, lo confieso. Y lo peor, maldinga sea, es que era una visión feliz. Te cuento: Era de madrugada y me encontraba en mis aposentos con Fiona, Lena y Teofera, que son mis concubinas de turno. Habiamos bebido un poco de linaza con lejia y fumado algo de hierbas sagradas con tabaco traídas de ultramar. La noche fue espléndida como siempre. Cantamos las odas más sensuales que te puedas imaginar y Fiona fue capaz de imitar a los dioses del Olimpo como ninguna, situación que nos impregnó con la gracia de la risa.

Lena y Teofera,que son dos mujeres blancas, de piernas largas y de cabellos dorados, apostaron a cual de las dos era capaz de besarme más por más tiempo y en los rincones más placenteros. Lena sabe de danzas árabes, prendió incienso y bailó imitando a sus diosas y se tomó el atrevimiento, raro en las esclavas de estos días, de besarme en la boca, de acariciar mi lengua con su lengua, y como no opuse resistencia, las demás la imitaron sedientas.

Hacia la media noche, Teofera me pidió permiso para llamar a Enaro, un negro grande, salinado y calenturiento que me han asignado por guardaespaldas y suele dormir a la entrda de mi dormitorio con sus herramientas carnales a disposición todo el tiempo. La mujer lo beso, le acaricia las gónadas y tuvo el atrevimiento de llevarlo hasta la cama que ardía en licor, humo, babas, deseos, energías, lascibia y pecado cristiano.

No supe como, pero la batalla de los cuerpos sobrevino. Eramos comos serpientes arrastrandose en el fango, lamiendose y comiendose unas a otras. Imaginate cinco seres enajenados, sueltos, lascivos, ofensivos, sedientos, relamiendose unos a otros, hasta que de pronto se desata la furia, y la nieve fría de las emociones que se alberga dentro de tu cuerpo se descarga en el cuerpo de alguien, en la boca de alguien, en las entrañas de alguien, en el culo de alguien...

Y sin saber cómo, tu instante se cruza como un rayo con la felicidad susprema, con el único, con la nada y con el todo.... y tus gemidos y los gemidos de todos son un aullido que baña el universo... y es que hemos tenido un orgasmo colectivo frenético y abrasivo.

Y fue allí, mi querida Fedra, en medio de ese momento maravilloso, de mente en blanco, de éxtasis sin adjetivos, que mis ojos pudieron verte como la imagen que necesitaba para llegar al cielo. Como el cuerpo por el cual, real y conscientemente mis fluidos de nieve helada se desvergonzaban y mis piernas se abrian para ver al diablo socavando mis entrañas.

Asi es Fedra. Así es. No quiero estar contigo pero mi mente y mi cuerpo, viles y putos, te buscan en el paroxismo de la nada para saber que el placer es placer y que la dicha tiene tu nombre.

Que la cicatriz de la duda por mis encantos por la poesía, no te ciegen para saber de mis ansias. Porque no se trata de sobrevivir, sino de tener Poder para poder. Y tu, cuando quieres puedes.

martes, 18 de diciembre de 2007

Remembranzas


Al amanecer de este día, no tuve más que buscar un pretexto para hablarte y escuchar como tu voz, distante me horadaba cada poro, al extremo de excitarme en silencio, pues la bulla propia de los nuevos días me acunaba en su prisa diaria...

Hipólito, al imaginarte lejano, aislado en la laxitud de la inercia y la falta de actividad, recorrí mentalmente tu cuerpo y mientras me decías como estabas y que parte de ti tocabas con esas manos que con morfemas, describen, perfilan e incluso se vierten en mis comisuras como bálsamos, no pude evitar ansiar el tener tu inigualable y mucha veces anhelado falo en mi.

Si. El sentirlo mentalmente jugando en mis entrañas, nadando entre mis liquidas sensaciones, me hizo recordar como tus gónadas, danzan al ritmo del brio y vibran con nosotros, esofue único. El cuerpo es pródigo con los recuerdos de la buena piel y esta se hace fresca cada vez que recuerda los olores y ardores que hacen de ella el vehículo adecuado para abrir el laberinto que encierra la ontología de quienes con carne, cubrimos el cuadrao raciocinio, que limita y controla, las ganas desesperadas de enredarnos a la carne y amalgamarnos con tal fuerza y de forma tan laxa, que me gustaría sentir como cada una de mis desvergonzadas curvas se cierran en tus cimas más profundas, sin mayor afán que el deshacerme poco a poco, poro a poro, gota a gota, entre tus poros como si yo, la fuerte y única Fedra, fuera de vapor, como si nada pudiera hacer ya para anular esta existencia desahabitada en este mundo, en el que no estas y al que por tus convicciones mundanas, creo nunca llegaras.-
Hipolito, quiero con la fuerza de mis dioses y el impetu de mi raza, que venzas la tierra y la mar, para tenerte cerca y disfrutar, asi solo sea una única vez, cada gramo, cada atomo de tus mieles sin mayor afán que volverte a amar, una y otra vez, sin parar, solo con el próposito de ser tuya, tal como lo soy ahora, tal como sabes, lo seré por muchas, quien sabe cuantas lunas.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Volver al río


Mi Estimada Fedra.

Es cierto, no lo puedo negar, a veces mi cuerpo delira por ti, por tus cuidados y cariños. Pero es igual a otros delirios de piel, de esa sed insaciable que a veces nos gobierna la hombría a los humanos, desde las entrepiernas (!)

Entiende, por favor, que yo no puedo acceder a tu lecho asi como asi, ni siquiera pensar que tu vientre, tus pechos y tu vagina me alimenten la vida que sexual, las ternuras y los días, porque tu vida le pertenece a los compromisos que tienen con mi padre, y mis vida le pertenece a otra dama, por la que mi corazón , como un velero, se ilusiona. Y a la que espero no serle infiel, a la que espero serle leal, a la que nunca quiero lastimar por ti, que vas de lecho en lecho y no tienes empacho en besar el falo de su hijastro mientras duerme.
Una copa de vino me trae tus pasiones desenfrenadas. Una copa de vino me levanta el ánimo por los cuerpos y los deseos me arrastran. Pero te repito, no puede ser.

Fedra, hay un hombre que te ama y ese es mi padre, hay un héreo para el mundo que descansa a tu lado y que tambien tiene que ser tu héreo, hay una dignidad de mujer casada que guardar y hay unas formas que mantener. El honor de tu marido esta en juego, y la honestidad de una dama se puede perder por tus alcanzces impensados de mujer libertina ¿por qué no te semetes a la tradición y dejas de asediarme, porque te maltratas y engañas mis emociones? ¿qué podemos ganas de todo esto sino dolor? ¿que gano yo, si tuerzo mi destino para estar entre tus plieges?

Atentamente

Hipólito

miércoles, 5 de diciembre de 2007

A media luz y fuego pleno.


Hipolito.

¿Crees acaso que no me pregunto cómo diantres te metiste en cada poro de mi piel, al punto de mimetizarte entre mis recuerdos y dormir pasivo por largas noches?Mucho me he preguntado que aroma fue ese que me acaricio la piel y me lamio las entrañas de forma desvergonzada, que me llevó a recorrer la mar de forma traviesa para enredarme entre tus muslos y apretarme con tus vellos en un hilo extenso que pone en quiebre el querer estar en los brazos de alguien que no seas tu Hipólito.

He preguntado a la luna llena, más de una vez ¿Qué determina la lealtad?, ¿Puedo ser leal y no ser fiel?. ¿He preguntado ¿por què mi humanidad se devanea ante tu falo? y cedo, sin mayor presión a mi animal conducta, esa que tu llamas demonio, no es otra cosa que la flama que me quema cuando dejamos el cerebro lejos y hacemos de la carne, un medio para fraternizarLas preguntas se enmarañan en mi vientre y me explotan con cada nuevo recuerdo.Podemos distraernos toda una vida con el trabajo, con las preocupaciones, enredarnos en tomar distancias de distintos puertos, hasta que c0m0 contigo, llegué el día en que antes de morir veremos que hicimos con la carne, a donde escondimos la fuerza y como ocultamos la flama que nos encienden los silencios y las risas húmedas de labios como los tuyos y culos tan laxos y transparentes como los que te coronan las piernas con las que me enredas los sueños, esos que se estremecen en mi vientre de forma lujuriosa y pervertida cada vez que te huelo cercano.Contigo he vivido lo que tenía que vivir... o me contuve y me quede en el olvido o quizas en el eterno ¿Qué hubiera sido si?....Al final, en Itaca o en Kithira en cualquier rincón del planeta, la vida es de cada uno de nosotros y cada uno decide que crear en ella, encaramos la llegada al mundo solos y solos encararemos igualmente la partida con nuestra conciencia y espiritu.

Parece que está lejos nuestro último día de vida pero quizas no.

Si vemos con detenimiento estamos realmente muy poco tiempo aquí y eso es lo maravilloso de la vida....es para vivirla, en respeto a los demas y a uno mismo donde el primer requisito es ser honesto. He preguntado al eco ¿Qué pasaria si todos fueramos honestos y expresáramos lo que sentimos incluyendo la lealtad y la fidelidad?

Por ahora, solo quiero que la arena sea menos y que la mar no nos separe más, para que me horades profunda y desprevenidamente por las mismas lunas que me has faltado.

martes, 4 de diciembre de 2007

Trecena, día cuatro

Querida Fedra,
Aun recuerdo tus miradas de fuego en medio del comedor, que frente a mis ojos desnudantes de adolescente se sonrojaban como una quinceañera. Un juego que comenzó ingenuo, sin pretenciones, de muta complicidad. Sin siquiera escondernos frente cualquiera o los demás.

Aun recuerdos tus insinuaciones de fina coqueteria que me hacian temblar de contradiciones y huir desesperado a mi cuarto porque prefería el alivio azaroso de una masturbacón, que caer siquiera, bajo las tentaciones de la carne, y más cuando la carne en cuestión era la de mi madrastra, la esposa de mi padre Teseo, la compañera de un héroe que por sus hazañas, será simpre inmortal. Pero creía que era yo, el que enfermo adolescente, tenía elucubraciones inmorales con una mujer madura, y no tu, alucinada y enfermiza, la que me seducia sin que yo lo supiera.

Miradas, frases, caricias, ternuras, abrazos, conversaciones sencillas y profundas al mismo tiempo. Todo era tan normal, tan infantil, tan ajeno a la realidad erótica que luego nos robó los días, los sueños y la imaginación.. y que hoy me martirizan cada día de mis días.

Pero habrías de proparsarte y llegar desnuda a media noche a mi cuarto aquel día, que mi padre ausente nos dejó en aquel hotel de paso... Estabas hirviendo de amor y pidiendome que te poseyera y con violencia me arrojaste al piso, me desgarraste las vestiduras, me arrinconaste en el cuarto de baños, me mordiste y lamiste como un animal hambriento dispuesta a devorarse todo sin dejar nada para siempre. Y entonces, me llegó la tragedia personal, el dolor interno, el odio y la rabia hacía mí mismo. !Maldita sean las horas de lealtad, fidelidad y temor a los dioses y a mi padre! ... y claro, cometí el pecado de rechazarte no sin probar de tus babas, de tus mieles y tus mordiscos, no sin antes dejarme martirizar, arrastrar la hombría por las aguas de las ganas que en ambos anudaba.

Si, aun recuerdo tu cuepo desnudo, de piel suave, de senos grandes, de olores infinitos, de mirada incandecente y esas manos calientes buscando mi falo. Eras el diablo en persona, era el diablo que nos posee y que se manifiesta a través de la livido, y que cuando se nos impone, acalla la inteligencia, ciega la cordura, invisibiliza la educación y ya nada importa. Tu vulva gelatinosa, tus besos, mordizcos y dedos me desgarraban desde los huevos hasta el alma misma. Era lujuría de madrastra, de viudez, de mujer pecaminosa que se arrastraba con pasión, a grito limpio, a sangre y golpes por el cielo de los que desean, de los que arden en deseos.

Si no huyo esa noche, hoy, me tendría a mí mismo como escoria. Porque con la dignidad perdida, jamás hubiera podido volver a verme en el espejo. Que tal..

Pero no puedo dejar de decirte igualmente, mi querida Fedra, que cada vez que me toca el turno de que los deseos, como el diablo me posean como si fuera una fiebre invisible; que cada vez que mis manos se erizan ante cualquier roce de cuerpos, mi cuerpo tiembla y mi falo grita tu nombre como si fueras un barco al otro lado del mar. No puedo dejar de decirte, ahora que estoy lejos de ti, que no te quiro tocar jamás por respeto a las cosas divinas que me han enseñado, pero que mi mente no puede dejar de expresar su amor, su deso y su arrechera sin pensar en esa noche grotezca, jubilosa, e increible de éxtasis supremo.

Las mujeres como vos, tan desconocidas para los hombres, se vuelve imposibles de olvidar. Y te lo dijo como un guerrero que ha ido buscando el amor, la plenitud y la vida por mil camas y mil bocas, por mil ciudadades y miles de mujeres que no dejan de ser otra cosa que un rara y olvidada colección de polvos mal hechados.

De ti aprendí, que la infidelidad femeninan duele y arde, en el corazón de los hombres, como nada y todo en el mundo. Más que la castración, más que una patada en... donde sabemos.

No mereces el olvido, pero tampoco te perdono.

Kithira, madrugada del día 3, del último mes de este año.

Mí siempre bien amado Hipólito.

En la desazón que trae la espera de saberte lejano, pese a la cercanía, de creerte mío cuando me eres mundanamente ajeno, no hay dioses que valgan. Esta realidad que se nos exhibe y que se sirve a la mesa en el día a día, nos supera. Y pese a mi resistencia a las cosas más baladíes, he de confesarte que no estoy del todo plena, así lo dudes, existieron motivos para emprender la huída.

No radical, no absoluta, siempre mediamos con la realidad. Ella oficia como testigo de hecho y nos encaja de nuevo en otro rol ,que pasiva o activamente, nos viste y nos hace andar nuevas sendas, buenas o malas, largas o cortas, tortuosas o impregnadas de dicha, pero al fin y al cabo rumbos por los que transitan nuestras esencias.

Sobre los afectos te hallo la razón. El estar lejos de Itaca, ha permitido que aprenda a divisar otros ángulos que antes me parecían propios y que sólo, con la distancia dada por la reflexión y el desapego, aparecen en medio de la nada. En fin, por afectos, hemos librado y libraremos batallas hilvanadas con distancias, amalgamadas con pesares y tejidas con silencios y palabras impropias.

Y ciertamente, poco o nada me interesan en esta nueva alba, en la que por otras circunstancias, Pasífae ya no está. Ella, que amorosa me impregno la vida, hoy no puede con su piel acariarme en este mundo. Salve Dios, que me impregno de su talante y compartió con afecto su visión de vida, por eso pese a las vicisitudes propias de ser, hacer y tener, trato incansablemente de lograr que cada nueva jornada sea de alguna forma un homenaje a su gran memoria.

Solo para tus ojos, solo por tus palabras, mis manos se extienden en este lienzo hacia ti.

Añoro saberte cerca.

lunes, 3 de diciembre de 2007

Itaca, 1 de diciembre

Apreciada Fedra, si yo fuera tu, escondería mi caliz y reiría menos, me hiría de viaje al final del mundo y no volvería la memoria atrás, ni siquiera para recordar el día que perdíste el amor, la mirada inocente o el hambre del deseo.
Te he visto en mis sueños, debo confesarte, leyendo aquellos libros prohibidos y la castidad vaciarse por esos hilos de agua dulce, que son tus lágrimas.
Pero no, tu no no eres de las mujeres que se dejan soñar facil o se deja seducir con cuentos de fantasia y erotismo. No, tu definitivamente no eres de las mujeres que huye o de las que abandona sus recuerdos, ni mucho menos de las quiere olvidar el día salvaje que perdió la virginidad, mató un hombre por amor, o sobornó a Dios para que le perdonara sus pecados.

Tu eres otra, una que nadie percibe tal como es, una vieja a la que todos dicen admirar, pero en secreto odian, y ya muchos quisieran crucificar... por ... Bueno, pero a ti, eso nada te importa. Sabes muy bien, que se puede aprender de las heridas, como dice la canción, y entonces sueltas a reírte.

La vida sin tí, mi amada, es una agobio.